Todos
somos emigrantes. Llegamos a una tierra que no es de nadie…una hacienda sin
dueño. Y envueltos en aguas sucias y sangrientas de confusión, nos deja la mar,
en su playa desierta, en la orilla perdida del llanto y el desconcierto, sin
raíces y sin escamas resbaladizas…Papá universo se desentiende y nos olvida a
las puertas del Código de Hammurabi y su ley del talión…Aquello es una
estancia, donde nadie nos atiende y gateando cruzamos un vacío gélido y
putrefacto que ya no nos abandonará a lo largo de la existencia y de repente
nos encontramos en la selva, donde su ley nos esclaviza y debilita y divide…y
aquí seguimos, “no siendo”, en una madre tierra conquistada y violada por
sectas ignominiosas…