Caía una fina lluvia... le motivaba caminar en
estos días grises. El agua permitía que se respirara con frescura, armonizando
con la naturaleza de una ciudad selvática. Corrían los paraguas y los niños
enfundados en obligados chubasqueros de colores chillones. Brillaba el suelo
mojado y de los adoquines renqueaba una nebulosa que lo envolvía todo, creando
una atmósfera surrealista que le recordaba el ambiente de las películas de
Ridley Scott, en especial Blade Runner. Un futuro de lluvia ácida,
superpoblación y alquileres en el espacio, con automóviles surcando la
estratosfera. Sin bien ni mal... Alegato de replicantes con necesidades
terrenales, buscando el milagro de la vida que sus propios creadores les
privaban. La lluvia es una huida de la polvorienta secta existencial. Da
sensación de libertad, de caminos sin rayas de horizonte, con puertas abiertas
a lejanas tierras donde nadie es conocido.