lunes, 13 de julio de 2020

“No creo que la muerte cambiara demasiado mi vida” (Agosto 2018)

Federico recorrió aquellos tiempos, los que ni tú ni yo recordamos. Él volaba bajo las húmedas tierras, sorteando raíces milenarias, mientras dábamos giros a nuestras lagunas reales, entre sueño, esperpento y fantasía…Federico, conoce lo que los años nos esconden…no vivimos lo que no ha sucedido, solo son oasis en la mente, espejismos surrealistas en el pensamiento. Lavados cerebrales.
Somos “máquinas incivilizadas”, en esta época, no tiene cabida el transitar sobre líricas… los caminos paralelos del romanticismo desaparecieron por asfaltos de evolución…tráficos superpoblados, accidentados y violentos.
Federico, se agarra con fuerza a la rama de olivo… Los únicos andurriales que nos quedan, son las hermosas letras que argumentan edenes y elecciones libres. Nos conceden escenarios en los que hay que pagar tu propia existencia por adelantado…ramificaciones de quimeras, cortinas de humo para crear la “sinvida”. Polvos en la bebida, drogas de diseño para errar sin billete…solo de ida, por favor…quédese con la vuelta.

Federico, me contó antes de ser ejecutado, que “la muerte no cambiaría demasiado su vida” tras lo cual recibió cinco proyectiles en el corazón y como no expiraba, un “tiro de gracia” en la sien…Murió sonriendo y con un guiño extraño en un ojo…en la solapa una flor roja, sin espinas…Creo que resucitó al tercer día…