Siempre río abajo con la mente entre las aguas tumultuosas, remolinos que se introducen en el pensamiento tenebroso, a oscuras, navega la barca del desasosiego con un hombre yaciente, una herida en la frente, gotas confundidas con el llanto, sin canto, acuciado por la busca perdida de un ente que no desea hallar la red que le atrapa entre aguijones de amenaza y el hilo que teje su mordaza.


El corazón todavía late, sumergido, en las
imágenes caleidoscópicas del mal enfoque de la fotografía de la vida.
Espejo de agua…sin rostro cautivo.
Un relámpago desgarró el cielo, creando una
noche horriblemente luminosa, encendida por sorpresa, el fuego quemó el asombro
de su voz moribunda, cantos lejanos irrumpieron la cercana música de los
tímpanos místicos de un oído temido, una inocente hoguera se había convertido
en culpable incendio, tirado en tierra prohibida de una
eternidad falseada. Enajenado y sin soledades, el humo ahogó toda esperanza y el bajel siguió río abajo sin cuerpo, abandonado hasta el amanecer en que una roca astilló el recuerdo y creó el olvido de lo no existido.
eternidad falseada. Enajenado y sin soledades, el humo ahogó toda esperanza y el bajel siguió río abajo sin cuerpo, abandonado hasta el amanecer en que una roca astilló el recuerdo y creó el olvido de lo no existido.
Noviembre de 1996
No hay comentarios:
Publicar un comentario