jueves, 30 de diciembre de 2010

EL CHICO DEL PISO DE ARRIBA... Os desea ¡Un buen estreno de año 2011!

Me lo encontré por la mañana en el rellano de la escalera de casa, oí sus pasos mientras cerraba la puerta con llave. Alguien, a mi espalda, me saludó. Yo, como señal de cortesía, le devolví el “buenos días” sin prestar demasiada atención, hasta que me giré y lo vi, miré aquello y me impresionó. Sin embargo, pude disimular mi repugnancia: su cuerpo no medía más de medio metro, me recordó a los seres diminutos y monstruosos de las películas de terror. Su cara estaba completamente desfigurada, no sabría decir si lo tenía
todo en su sitio o si le faltaba algo. Tenía la cabeza rapada por partes, como si se arrancara el pelo a mechones. Por suerte tuve fuerzas para contener el asco que me dio, pero estoy seguro de que él se  enteró de todo lo que en esos momentos me pasaba por la mente y por el estomago.
-Hola, vives aquí, ¿no? Yo estoy con mi madre en el piso de arriba, justo
      encima del tuyo.
Me sonrió, y me pareció extraño que un ser así pudiera tener todavía sentido del humor. Moví los labios avergonzado:
-¿Tú eres el nuevo…? Bueno, ya nos veremos, es que voy a llegar tarde al colegio, de hecho ya no llego a tiempo.
Hice un gesto de encogimiento de hombros.
-Tendré que correr…
-De acuerdo, como prefieras, supongo que querrás ir solo, es que ¿sabes? llevo aquí un rato esperándote, yo también voy a tu instituto y pensé…si no te importa, claro, que podríamos ir juntos, a no ser que te moleste
mi compañía o que te vean conmigo.
Se miró su corta figura. Poco podía ver, pensé.
-No, no, qué tontería…vamos, pero démonos prisa.
 Mentí, ¿y qué otra cosa podía hacer?
-Gracias Jorge…es así como te llamas, ¿Verdad?
-Sí, Jorge Santos ¿Y tú?
-Yo…eeehh, mira ya está aquí el ascensor.
Bajamos sin hablar, un poco incómodos (al menos yo).
Anduvimos por las calles de Barcelona. Mi vecino me contó historias muy interesantes y me hizo reír con sus ideas que fluían inteligentemente, con rapidez y gracia. Sus ocurrencias casi me hicieron olvidar el apuro
que daba ir a su lado, pensaba acalorado qué dirían mis compañeros, cuando me vieran con un tullido enano lleno de muñones. Llegamos y nos despedimos, dijo que iba a otra clase. Me alegré. Luego volvió todo a la normalidad, igual que todas las mañanas.
Nadie me comentó nada, supongo que no me vieron, mejor. Todo siguió con el mismo monótono aburrimiento cotidiano, salvo que mi mente no estuvoallí en todo el día. Abstraído, pensaba en el nuevo muchacho, qué rara sensación, me causaba malestar, pero por otro lado sentía una necesidad de verle
que aumentaba a cada minuto que pasaba. Me preguntaba cómo podía vivir con tanta energía un engendro tan horroroso. En un descanso intenté indagar sobre el chico nuevo. Nadie supo decirme, ni siquiera estaban enterados de que hubiera llegado. Esto me confundió más, pues a esas horas tendría que estar hablando
de él, todo el instituto.
Esa noche soñé con mi vecino de arriba. Su madre era como él, como un duende tras una dura guerra perdida. Me invitaron a comer, y a medida que hablábamos, me daba cuenta de que la batalla la habían ganado, pues si no fuera por el físico, eran personajes maravillosos convirtiéndose en hermosas hadas, espíritus de los genios de la tierra.
 La mujer trajo y puso sobre la mesa un plato lleno de cucarachas y otros asquerosos bichos, él los comía mientras reía a carcajadas. La madre también reía a gusto. Después, trajo otro plato cubierto y al destaparlo se pudo ver el contenido: mi cabeza asomaba humeante, adornada con perejil y rellena de sensaciones de
ridículo y burla, todo se podía ver claramente, igual que en las bolas mágicas de las gitanas. La cabeza miraba suplicante y las cucarachas entraban por la boca y los oídos, devoraban la carne. Ellos dos me miraban y decían:
-¿Cómo te sientes ahora?, ya sabes, ya conoces lo que es la desgracia, el sentirse comido. Ahora aprende a resignarte. Yo lloraba y rogaba que me sacaran de allí y entonces el chico se acercó y me hizo volver a la realidad, mientras una lágrima recorría su supuesta mejilla.
Desperté empapado en sudor, temblando de frío. Era temprano, me levanté y dejé caer una ducha con el agua congelada sobre mi castigado cuerpo (¿por qué habré dicho lo de castigado?). El solo pensamiento del chico del piso de arriba me perturbaba, me aturdía y a la vez me tenía perdidamente obsesionado, como
poseído, me mortificaba. No sabía qué me ocurría y ese estado me inquietaba.
Con estos pensamientos ni siquiera me había dado cuenta del tiempo que llevaba bajo el chorro de agua. De pronto desperté y pegué un salto hacia la toalla. Había agarrado mucho frío y tiritaba, me froté con la toalla y me vestí a toda prisa. Seguía siendo muy temprano, pero temía que él no me esperara y necesitaba verle.
Madre me preparaba el desayuno. De la manera en que me miró, seguro que dedujo algo de lo que me estaba ocurriendo. Cuando preguntó me apresuré a negar con la cabeza.
-No pasa nada, mamá, no te preocupes.
Ya sé que no se lo creyó, pero tampoco podía contárselo. Aunque hubiera querido, ¿Qué le iba a contar? Le di un beso agradeciendo que no me hiciera preguntas.
-Adiós mamá, hoy llegaré pronto…te lo prometo.
La pobre mujer vino detrás de mí, trayendo los libros y el bocadillo. De nuevo gracias, adiós, ¿Qué te pasa?; nada, nada, adiós, cuídate hijo tienes mala cara.
-Sí, mamá, adiós.
Cerré la puerta de un golpe, me había empezado a agobiar con tanta ceremonia.
Bajé por las escaleras y allí en el portal me senté a esperar. Soplaba el viento, me subí el cuello de la cazadora, podía estar diez minutos más aguantando las inclemencias del tiempo. Cuando ya me iba, se abrió la puerta
-Hola Jorge, perdona que me haya retrasado. Mi madre no se encontraba muy bien.
Me contagiaba su alegría enigmática. Su mirada era triste, amarga, pero llena de comprensión. Estando a su lado, el jorobado de Notre-Dame parecía yo, me sentía bien, orgulloso de ser su amigo. ¿Me estaba volviendo loco? Creí por un momento que todo, incluso mi vida, dependía de él.
-Vamos, llegaremos tarde…
-Si, si, claro, vamos.
Desplegó el paraguas y yo lo aguanté mientras anduvimos por la misma calle.
Llegamos ante el edificio negro de posguerra, subimos las escaleras y, ya resguardados, me dijo que se iba. Le pregunté a dónde y por qué, y no quiso o no supo decírmelo.
-Ya no hace falta, ahora nos hemos conocido.
De pronto, toda la lluvia me cayó encima. ¿Qué habría querido decir?
Se lo preguntaría después.
Como el anterior, pasé el día en otro mundo, ensimismado, pensando en el chico cuyo nombre ni siquiera sabía. Pensé de qué manera me había cautivado su simple presencia. Pocas palabras y creía conocerlo bastante bien, solo una incógnita me preocupaba. Di un pretexto al profesor para poder salir antes, tenía la esperanza de encontrarle, pero no fue así, por lo que me fui solo a casa.
Dormí otro extraño sueño. El y yo corríamos contentos por el campo, el sol siempre se apoyaba en la sombra de uno, así que cuando uno brillaba, el otro se apagaba, éramos hermanos, la luz y la oscuridad nos delataban. Yo era un enano y un gigante y madre nos llamaba, y era la voz de madre.
No pude llegar al final, desperté sobresaltado, salté como un resorte de la cama, con la última duda abrochándome los cordones de los zapatos.
Subí los pocos escalones que separaban los dos pisos. Allí estaba, frente a la puerta, sin importarme el ruido llamé al timbre con insistencia, hasta que oí unos pasos que se acercaban y una voz que preguntaba. Le dije que era el vecino de abajo. La puerta se abrió y un abuelo de pelo canoso asomó la cabeza.
-¿Qué te pasa chico?
-¿Dónde está él, el chico pequeño…? No sé su nombre.
-¿Te refieres al tullido?
-Sí, ése, llámele.
-Mira chaval, si me estás tomando el pelo se lo diré a tu madre. ¡Llamar a estas
horas para esto!
-Necesito hablarle, llámele por favor. Llámele…
-Te estás poniendo pesado. El enano vive abajo, justo debajo de mi piso.
-¿Qué dice?, si ahí vivo yo, no puede ser.
El viejo me cerró la puerta en las narices, quizá tenía razón.
Me quedé allí un buen rato, como un idiota. Caí como por un golpe.
Qué ciego había estado todo el tiempo, bajé corriendo y antes de entrar, me detuve, sonreí y miré mi cuerpo pequeño, por primera vez respeté ese físico de ciencia-ficción. Me sentí orgulloso de mi lucha para que todos
compartieran mi visión y no compadecieran la magia  de los gnomos, genios de la tierra habitada por los difíciles humanos.
                                                       
                                                               - Otoño de 1989-

sábado, 18 de diciembre de 2010

Mi Generación…

En mi generación, éramos pacíficos guerreros que guerreábamos por la paz…fuimos hippies, rockers, mods y punks y queríamos cambiar con flores, canciones y botellas rotas de ron, el mundo que nos parió… -Diciembre 2010-

jueves, 9 de diciembre de 2010

Masticando sueños de asfalto


Calle y portal, barrios  de ciénagas, soledades prenden de árboles muertos, se expanden por la avenida tragaluces, en las alcantarillas, el tiempo baja los peldaños de la escalera, anestesiada de presencia…tumba futura del pasado, adoquines y oscuridad, suburbio frío, habitación gélida. Los cómicos ya no son nómadas y las carretas ya no van por los caminos, las ferias apagan luces ¡Cuán sola la vida, qué desolado el paisaje! …Nace la edad de morir, despierto en el sueño, sentado en el abismo, tengo mis fríos…y suficientes noches…
El equipaje en el bolsillo del viento…zapatos agujereados y trasnochados dan pasos agonizantes… ¿Donde estarán las palabras que usé ayer? ¿En qué memoria fracasé…?
El mendigo recoge su carrito, galletas de coco, cartones y mantas deshilachadas y busca la siguiente esquina, para su eterna lectura de poesía existencial…
-Diciembre 2010-

jueves, 2 de diciembre de 2010

Una peli, un escrito, una foto, una pintura y una pieza de música...

 
Taxi Driver
"En cada calle hay un desconocido
que sueña con ser alguien.
Éste es un hombre solitario, olvidado,
que busca desesperadamente,
probar que existe".
El diario de un superviviente de la Guerra de Vietnam, un hombre destrozado anímicamente, que ha perdido el sueño... desintegrado de la sociedad Americana, trata de acabar con la miseria y explotación de una niña- prostituta… quizá el último impulso, para salvarse de la contaminación desesperante como ser humano.
Dirigida en 1976 por Martín Scorsese y escrita por Paul Schrader. Protagonistas: Robert De Niro, Jodie Foster, Harvey Keitel, Cybill Shepherd. Música: Bernard Herrmann. Fotografía: Michael Chapman

¡Oh, Bruja de Cabellos Rojizos!

...La mayoría de los hombres y las mujeres asumen esos treinta años (de los 35 a los 65) como una gradual retirada de la vida, una retirada primero de un frente muy heterogéneo- esa mirada de entretenimientos y curiosidades de la juventud- hacia una línea de defensa menos diversa, en la que recortamos nuestras ambiciones a una ambición, nuestras recreaciones a una recreación, nuestros amigos a unos pocos a los cuales les resultamos anestésicos; y finalmente terminamos en una solitaria, desolada y endeble fortaleza donde los proyectiles a veces silban abominablemente y a veces sólo se escuchan a medias, mientras a ratos asustados, a ratos cansados, esperamos la muerte.

 Extraído del libro "Cuentos de la Era del Jazz" de F. Scott Fitzgerald.

Henri Cartier-Bressón

Henri Cartier-Bressón (22 de Agosto 1908- 2 de Agosto 2004)
Fotógrafo Francés.
Para muchos el padre del fotorreportaje. Primer periodista occidental que pudo visitar la unión soviética tras la muerte de Stalin. Uno de sus biógrafos lo llamaría “El ojo del Siglo” puesto que predicó la idea de atrapar el instante decisivo “Imágenes a hurtadillas”. Junto a Robert Capa y otros fundó la agencia Mágnum.

  
 El Bodegón del Zapato Viejo

  Joan Miró i Ferrà (Barcelona, 20 de abril de 1893 — Palma de Mallorca, 25 de diciembre de 1983) pintor, escultor, grabador y ceramista español.

Pintura Realista, inspirada por el hambre en la Guerra Civil Española e influenciado por la obra de su admirado Vincent Van Gogh "los zapatos de Labriego".



Nocturno para violín y piano de Chopin
Como no puedo poner videos...tendréis que buscar la pieza, si deseáis escuchar este mensaje entrañable de melancolía, y sensibilidad extremas…fue banda sonora (entre otras) de “El Pianista” de Roman Polański