sábado, 26 de marzo de 2011

Perspectiva...



He imaginado la pequeña utopía de un hombre, que con los años, decide hacer lo que realmente quiere y necesita…vivir la paz interior, sólo perfilando la no menos irreal visión del horizonte…esa gran línea que divide cielo y mar y que termina en el final de los mundos…el horizonte es como una hamaca colgada entre dos árboles ¿el bien y el mal?, placidamente cimbreando, sobre el filo de los elementos sumados en una azarosa existencia… ¿reposar o agonizar?

sábado, 19 de marzo de 2011

VIAJERO SEDENTARIO

Desde la ventana de la habitación, sus ojos acuosos se posaban con cariño y nostalgia sobre aquellos viejos y poderosos raíles de metal, vías muertas que como raíces profundas, siempre habían estado allí, partícipes del paisaje. Edgar el pensador, observaba como paralelamente se alejaban, perdiéndose en otros confines de mundos imaginarios y venerados, demasiado distantes, sentíase unido al añorante vacío, en un estado comatoso pero sosegado y sereno. Para Edgar el ferroviario, la estación del ferrocarril había sido su cuna y sería algún día, sin duda su sepultura. La ciudad quedaba lejos, Edgar el solitario lo prefería así. La anciana y olvidada estación creaba un oasis en medio del desierto, la gran fotografía de toda su existencia, el mapa de sus vivencias. El caserón era espacioso, dos plantas se alzaban en la plenitud de la nada. Arriba estaba su cuarto, Edgar el hacendoso mimaba los objetos como si de porcelana se tratara, limpiaba todos los días cada rincón del silencio y pasaba el trapo del polvo a la monotonía con cara risueña, los tres restantes habitáculos tenían algo en común, techos, paredes, suelos, muebles, se hallaban repletos de recuerdos de otras ciudades, de otros países, de modo que al atravesar los aposentos, uno se encontraba inmerso en distintas civilizaciones. Amuletos, iconos, figuras talladas, cuadros, candelabros, pipas de agua, toda clase de enseres de arte hechos de arcilla, de madera, bronce, plata, reliquias que antiguos viajeros de paso, o incluso moradores ocasionales le habían ofrecido con gratitud, pues esas tierras eran talismán de inspiración, muy apreciadas por pintores, poetas y toda raza de artistas. En el bajo estaba la fría sala de espera con las colillas en el suelo y sus graffitis en las paredes, en el lavabo y en los bancos de madera color carcoma. Desde los cristales se divisaba la clara llanura, el viento golpeaba con fuerza para despertar la dormida imaginación de un sueño que pertenecía al tiempo de los recuerdos. En ese ayer Edgar el solidario, abría las puertas dando cobijo y alimento a quien quisiera pasar allí una temporada, así Edgar el civilizado conoció todos los tiempos, la historia, las guerras, el sexo, el amor, aprendió a tocar varios instrumentos como el piano, las congas, los bongoes, la guitarra, el saxo, le inculcaron diferentes religiones, estudió la contemplación y la relajación mediante el tai-chí, el yoga, fue ovo-lácteo-vegetariano y profundizó en la cultura oriental, buscó la riqueza espiritual, practicaba idiomas y leyó infinidad de libros y escribió el suyo propio, al terminar la última página, Edgar el sabio puso fin a su vida con una sobredosis de conocimiento. Las arenas del desierto se arremolinaron creando dunas que enterraron aquel andén perdido, sus vías, la casa y a Edgar el viajero sedentario.
Junio de 1997

sábado, 12 de marzo de 2011

Guiños de Incienso… (Fulgores)

Sueños bordados con hilos de seda de colores…dibujos de flores y cielos azules, casi siempre nubes blanquecinas de infancias tiernas…días del circo de los gitanos y dulces de limón…invasiones de recuerdos…tus ojos de manzanilla:
Tomabas tu infusión en aquella vieja cafetería, de ornamento modernista de chispazos de otro siglo…por la avenida vagábamos, gesticulando autómatas el uno al otro…éramos almas de río…por sus orillas ladeábamos ilusiones de candelas, encendidas en misteriosos candores de chiquillo, niños que hablaban con el tiempo, en esos terrenos verdes, que se eternizaban al finito del pueblo…donde las viviendas dejaban su aposento a la Natura, a la hierba y al ganado…donde tu te aventurabas a sorprenderme, acogiéndome la mano en tu mano. Rozaban tus labios…soplos de mariposa…caricias de trigo… bebía tus auras en esta tierra de fértil cosecha…tu me regalaste una mueca y una estampita de la virgen de las galletas…yo te ofrecí la flor del verano.


19 Noviembre 2009

domingo, 6 de marzo de 2011

Laureados horizontes de mismidad

La ley del silencio en la ladera más apartada de la cantera.
Una piedra chiquita, así…diminuta, casi integrada en la tierra dialogaba con una roca agreste…esculpida en la sabiduría de los elementos.
- ¿Porqué murió el humano, madre?, creía que era el preferido de la creación.
- Cierto, chinita, pensaba que era el rey, con derecho a manipular contranatura todo a su paso.
- ¿Se equivocaba? ¿No lo era?
- Desde luego que erraba, no puede ser el principal protagonista, aquel que destruye y arrasa con todo lo realmente necesario para la existencia del planeta.
- …pero tenía sentimientos…
- Sí, aunque muy pobres y superficiales…
Veneraba los materiales banales, eso es lo más triste…Era un ser destructivo y pagó por ello…
- ¿Qué pasó, Madre?
- Un virus contaminó al hombre. Él mismo lo había creado en un laboratorio y se contagió con su propia avaricia…Experimentaba con peligrosa radiación…
- ¿No tenían ya bastantes armas nucleares?
- Nunca tuvieron demasiado de nada, era una raza codiciosa…el poder científico abusó del control y las glándulas reproductoras quedaron estériles, a partir de ese mismo instante nadie volvió
a concebir, y la ancianidad fue pereciendo convulsivamente hasta no dejar rastro de su paso por el mundo.
- ¿No había Clones?
- Acabaron como nosotras…simples fósiles.
- Ese mundo que quería conquistar…¿El virus no se llamaría ambición?
- Más bien liberación, las demás especies por fin vislumbraron el paraíso.
La roca y la pequeña piedra continuaron charlando de los cruentos sucesos,
hasta que se ocultó el Sol entre las montañas frondosas de árboles y vegetación.
Un terremoto inclinó el suelo y un desprendimiento acabó enterrando
a los prehistóricos conversadores, en un fondo escueto
de irresolución y consternación.

Noviembre de 2002