viernes, 27 de enero de 2017

OJOTRISTE




Lluvia que abates incierta desde paisaje imperecedero...desconocido por tantos. Te miro con asombro, originas conmoción de libertad, de huida…de vagar sin equipaje. En tu gemido no concurren los ingredientes prosaicos de este universo áspero. No pienso más que en la colindante distancia ansiada por mi alma, tú te unes a la perspectiva y advierto que cada instante me voy arrimando más a ti. En la urbe me gusta contemplarte mientras  la pobre lumbre se resguarda con vampiros de tela…el suelo queda brillante y vaporoso por el respirar y los tubos de escape de los vehículos. Los neones te reflejan, los fanales te manifiestan y la oscuridad de las sombras de la mañana te delata. Eres solitaria en el camino…seré tu compañero, gritas que me aleje contigo, que examine anónimos rumbos…que me disipe para toparme, favoreces la inspiración…creativa, eres morriña, remembranza de tantos días y tantas noches transitadas, confidente y apegada…te recreo tras los cristales de la guagua, llorando sentada en un tronco arcaico…no consigo relegar los pasos venideros, la música campesina, tu olor, das la vida por la Natura…veo crecer a mi hija en el jardín como un arbolito más, ojotriste, ojomelancólico chapoteas los charcos en el barrio, en las aldeas, las montañas, las calles estrechitas y las grandes avenidas, los bancos de piedras preciosas de la aurora y los guijarros del ocaso…aterrizas en los cielos y en las tumbas veneradas con flores plastificadas…siempre te conmemoraré allá en lo alto del campanario, junto al heno de los pajares, la veleta y el reloj inmóvil de la torre.
 Noviembre 

















de 2002

lunes, 16 de enero de 2017

En Las Ramblas de Barcelona



Había quedado con mi suerte en el Zurich, pero ésta no se presentó, así que me acerqué a ver la actuación de soledad y no encontré localidades. Aquí el silencio fragmentó sus notas y se alejó en dirección opuesta
Bebí en la fuente de Canaletas, frente al eterno bar Nuria, donde un transistor dejaba oír “victima del silencio” del grupo Burning - qué casualidad más fatídica pensé.
Bajé zigzagueando por las ramblas como animal acorralado, huyendo de la manada aglutinada. Las estatuas grotescas y humanas, me saludaban sonrientes.
Nativos y turistas festejaban alborotados, algún triunfo deportivo.
Cual torre de babel, ¿Cuántas lenguas taconeaban mis sienes? La jauría aullaba acribillando el pánico, convertido en masa verbal. Encrucijada para mi entendimiento.
 Necesitaba perspectiva…con el espíritu hecho de tripas, seguí pasaje…la oscuridad de la noche se había encendido. La lluvia caía y adolescentes vagabundos pedían unas monedas y cigarrillos.
De los cristales de una librería de viejo, brillaban las resplandecientes grafías, de luminosos títulos.  Novelas de otros siglos que inmortales, contemplaban el paso del tiempo con lastimoso pesar de no ser leídos.
 En aquel lugar se apiñaban los libros encuadernados de mi existencia…la cronología ilustrada de mi vida. Las solapas y tintes del pasado.
Unos enormes ojos me miraban desde los quioscos de aves. Búhos y lechuzas se mantenían “al loro”.
Mis huellas se dirigían, a todos los ayeres, con el aroma del tiempo marchito.
Yo tenía en la memoria, la última frase de la nota del ahorcado… “con deseos de comenzar una nueva era…”
-Aquí, hoy solo se respira la agitación. Ya no pintaré nada…jaja ni siquiera “al agua
Me indicó el retratista, riendo y  plastificando sus obras para que no se mojaran.
Podía haber sido una noche hermosa.
A la altura del Liceu suena un disparo a la par que el trueno recarga en el cielo borrascoso…una mujer se tapa el rostro ensangrentado, quizá se enojó el cliente patibulario, que sentado en la acera llora en la confusión, mostrando su arma caliente, todavía el dedo en el gatillo.
 Los celos enfermizos le jugaron una mala pasada. –rezarían las noticias del periódico al día siguiente.
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Cantaba un borrachín imitando al Gato Pérez.
En el café de la ópera decía Santiago Auserón por los altavoces: “…de noche se oyen voces que murmuran un nombre, donde solo hay silencio. La vida en la frontera no espera.”
-Una poesía amigo…se la cambio por abrazos…y galletas de coco.
Y el hombre de metal extendió sus alas imaginando…otros vuelos más ligeros.
Woody al clarinete.
En el puerto, el gentío grita con empeño bloqueando el suceso trágico: Un membrudo y alcoholizado marine blanco americano, le está pateando la cabeza a un tipo cansado negro africano- lucha de continentes- todos vitorean el triunfo del piloto naval…ya llegarán los remordimientos al tiempo de las resacas.
En un portal infecto y maloliente un cuerpo tirado en la losa, mordido por las ratas. Catorce horas con la muerte en los brazos.
-Señores coherencia y sentido común.
Agita la voz policial, acordonando la zona.
 Nada que hacer ya, sin familia y sin amigos un simple r.i.p en la tumba al raso.
Eché  un vistazo a las aguas de la dársena, pececillos entre alquitrán y despojos de almas agónicas…”Hay cosas en la noche que es mejor no ver

                     - 21 Diciembre 2008-
























martes, 10 de enero de 2017

Clemente…



 Se halla cohibido, en un piso chiquito, austero…A Jonás le sabe a pueblo el silencio, las vigas de embero del techado, el rustico hogar de leña y su olor a cenizas, la abuela en la esquina con su perpetuo vestido negro, pieles pigmentadas y trenzas amarillentas recogidas bajo un sombrero de paja, sentada en su silla de cáñamo y avellano, saluda a la mañana con agradecimiento.
Sincero, habita y deambula, Jonás, con óbito pausado, agonizante, pintando cielos con alma ensangrentada. Lamenta su esencia cobarde y banal, suele sollozar por los demás y se apiada de su indigencia interna ¿pero quién absuelve su impureza? ¿Quién recoge sus equipajes secretos, sus oraciones misteriosas, siniestras, en la estación de crucifixión? Disfrazado de sombra, su pensamiento huye, solitario, mientras el gato níveo de la anciana madre (que sigue aún, hoy, afirmada en su silla), lame las perspectivas…como silentes espinas. Alguien escribió la existencia, con pluma de ave, en las paredes de su morada de pergamino, maculado, con tinta beige de otra época.
Llueven noches, intuye lunas, sufre cada instante, muere como tantos, jornada a jornada, siente la tristeza en los ojos de mirada huidiza, observa la pena que invade la luz artificial del neón, reflejada en las aceras. Es madrugada en el drug store…batidos de coco, helados y música de clarinete, hamburguesas y cervezas, en la barra, aglomerada de gentes de paso.
Quizá mañana se acerque Jonás a contemplar los desfiles del alba. El astro como faro de un carruaje, ilumina la ilusión y deambula zigzagueante por los caminos, hacia otras tierras, distantes, tal vez más fértiles y salvajes…tal vez.  
11-11-2011