martes, 10 de enero de 2017

Clemente…



 Se halla cohibido, en un piso chiquito, austero…A Jonás le sabe a pueblo el silencio, las vigas de embero del techado, el rustico hogar de leña y su olor a cenizas, la abuela en la esquina con su perpetuo vestido negro, pieles pigmentadas y trenzas amarillentas recogidas bajo un sombrero de paja, sentada en su silla de cáñamo y avellano, saluda a la mañana con agradecimiento.
Sincero, habita y deambula, Jonás, con óbito pausado, agonizante, pintando cielos con alma ensangrentada. Lamenta su esencia cobarde y banal, suele sollozar por los demás y se apiada de su indigencia interna ¿pero quién absuelve su impureza? ¿Quién recoge sus equipajes secretos, sus oraciones misteriosas, siniestras, en la estación de crucifixión? Disfrazado de sombra, su pensamiento huye, solitario, mientras el gato níveo de la anciana madre (que sigue aún, hoy, afirmada en su silla), lame las perspectivas…como silentes espinas. Alguien escribió la existencia, con pluma de ave, en las paredes de su morada de pergamino, maculado, con tinta beige de otra época.
Llueven noches, intuye lunas, sufre cada instante, muere como tantos, jornada a jornada, siente la tristeza en los ojos de mirada huidiza, observa la pena que invade la luz artificial del neón, reflejada en las aceras. Es madrugada en el drug store…batidos de coco, helados y música de clarinete, hamburguesas y cervezas, en la barra, aglomerada de gentes de paso.
Quizá mañana se acerque Jonás a contemplar los desfiles del alba. El astro como faro de un carruaje, ilumina la ilusión y deambula zigzagueante por los caminos, hacia otras tierras, distantes, tal vez más fértiles y salvajes…tal vez.  
11-11-2011





















No hay comentarios:

Publicar un comentario