Vi “American Beauty” (1999) de Sam Mendes, en aquel cine de estreno, la
consideré una película correcta, sin más acidulantes que añadir, al
salir de la sala, comentamos y hubo diferentes enfoques… en el camino de
regreso fui sin darme cuenta (subconsciente) hilvanando los hilos de
nitrato de celulosa y cuando llegué a casa, mi postura había cambiado
íntegramente: Ahora me pareció una magnífica obra de destreza, que
derrocaba el conservador sistema de vida americano, la hipocresía
y la cara oscura de la sociedad del norte de américa, dándonos permiso a
saber que nada ni nadie es lo que aparenta ser en la realidad y a
partir de aquí se suceden una vorágine de sueños de lolitas, rosas
rojas, amores incondicionales a los padres, locos coherentes,
homosexualidad y represión, nazismo y xenofobia, matrimonios
convencionales y poco sólidos, la comedia de la vida y la trágica
existencia, esa eterna compañera que a menudo representa el suicidio de
la razón de ser...y llegan las separaciones, la ida hacia atrás en el
tiempo sin conseguir los mismos resultados de la juventud, los sueños
rotos, la esperanza, los odios y enamoramientos de los hijos, la
falsedad y el encuentro final con la muerte de toda lógica y el
asesinato opresivo y rencoroso del radicalismo social, moral y ético…Kim Bertran Canut.































