Temperamental, inicia su transformación vocacional de nativa salvaje, con ardor teje un selecto mestizaje de danzas orientales, fusiona el baile del vientre y el de los 7 velos con una aureola mística de destilado flamenco gitano. Expresión, ímpetu y devoción, fantasea con revuelos de candelilla y taconea un tango argentino a la vez que acaricia las notas de cualquier nocturno de Chopín…
jueves, 26 de julio de 2018
La seducción de Meliluz Náyades...
domingo, 15 de julio de 2018
Una simiente que crece hacia el interior… (Julio 2018)
¿Será sueño, fantasía y realidad la misma corteza cerebral de la consciencia, inconsciencia y subconsciencia?
Amigo Celedonio, otras veces me río a carcajadas y dejo que el sueño me utilice, que me lleve consigo y pido humilde pero encarecidamente que no me haga volver jamás a ésta promiscua realidad tan absorbente…Pregunto sin respuestas, así convivo con las oscuridades de las calles de mis pensamientos, humedecidos por la tormenta del sábado.
Recalo en la nostalgia de la incertidumbre ¿error o temor? Y lo único que sé bien cierto es nuestro transitar, Celedonio, compañero de aquel pretérito tan vívido y fantástico…Aquel norte sureño abierto a los 4 vientos.
Bien, como te iba contando, anduve mucho tiempo sin identidad. Me olvidé de ser yo y creo que me largué… ¿A dónde? No tengo idea, no sé, oí hablar de existencias opuestas y me invadió el silencio, el miedo me atenazó y diría que no dormí ni soñé en días, claro que quizá en esos momentos ya no conseguiría saber nada de nada, qué vacíos visité y si la paranoia se vistió de lapsus ingrávidos…Busqué tierras menos hostiles donde depurar la piedra que llevaba en el alma…
Te escribo ahora mismo con la inocencia de un niño. Debes creerme, pues si tu no lo haces, nadie lo hará…es terrible observar como el pasado se muda en hojarasca otoñal y poco a poco ver que va desapareciendo, si tardas demasiado me habré disuelto, lo intuyo y cuando llegues a mí, seré como el horizonte que nunca puedes alcanzar…
Amigo Celedonio, otras veces me río a carcajadas y dejo que el sueño me utilice, que me lleve consigo y pido humilde pero encarecidamente que no me haga volver jamás a ésta promiscua realidad tan absorbente…Pregunto sin respuestas, así convivo con las oscuridades de las calles de mis pensamientos, humedecidos por la tormenta del sábado.
Recalo en la nostalgia de la incertidumbre ¿error o temor? Y lo único que sé bien cierto es nuestro transitar, Celedonio, compañero de aquel pretérito tan vívido y fantástico…Aquel norte sureño abierto a los 4 vientos.
Bien, como te iba contando, anduve mucho tiempo sin identidad. Me olvidé de ser yo y creo que me largué… ¿A dónde? No tengo idea, no sé, oí hablar de existencias opuestas y me invadió el silencio, el miedo me atenazó y diría que no dormí ni soñé en días, claro que quizá en esos momentos ya no conseguiría saber nada de nada, qué vacíos visité y si la paranoia se vistió de lapsus ingrávidos…Busqué tierras menos hostiles donde depurar la piedra que llevaba en el alma…
Te escribo ahora mismo con la inocencia de un niño. Debes creerme, pues si tu no lo haces, nadie lo hará…es terrible observar como el pasado se muda en hojarasca otoñal y poco a poco ver que va desapareciendo, si tardas demasiado me habré disuelto, lo intuyo y cuando llegues a mí, seré como el horizonte que nunca puedes alcanzar…
miércoles, 4 de julio de 2018
Siguiendo el recorrido de las calles de los suburbios. (Junio 2018)



- En todo norte siempre hay un sur…
Él me respondió con el semblante muy serio:
- En mi norte solo hay campos de amapolas y el aire silba la simiente del alma blusera…el sur murió hace mucho tiempo de tristeza, hambre y sed.
Supe que se refería a la tierra yerma y al abandono de sus habitantes…
Franchesca, es italiana. Tiene esa piel suave que parece tierna y vulnerable, nadie diría que está sobreviviendo en las calles de la ciudad…salvo por su mirada dolorida y resignada, sus ojos miran a otros mundos más placenteros. Espero que algún día, deje de visitar a la dama blanca…
En las ramblas de Barcelona viven muchos trotamundos, unos están de paso, algunos se quedan por el influjo del anfiteatro humano que transita a riadas por la arteria principal y se ramifica por esas callejas estrechas y primigenias, adoquinadas del gótico, el borne o del raval.
Leyla, de Menorca, es fotógrafa y viene a pasar unos días a Barcelona. Va a todas partes con su maleta de ruedas, contenta, con regalos para su hija de 6 años…
Me crucé con un tipo muy original en su queja existencial.
-Para hablar con los muertos, solo necesito tiempo para estar y una silla cómoda…
Por lo menos me ofreció reflexión…
Sentado en un asiento del vagón de metro, un personaje agitaba las manos sin perder de vista al hombre que tenía al frente. Yo creí que marchaban juntos, pero en una parada, el hombre se levantó y bajó al andén, entonces con sorpresa vi que el amigo seguía gesticulando, al mismo tiempo que me llegaba un fuerte olor a vino caliente…
¿Alguna vez habéis visto a un sordomudo, borracho y hablando solo? (claro, a su manera, por señas)
En aquel momento examiné su desdicha y terminé por creer que yo mismo tenía algo que ver en ello…no, no te ocultes, que tú del mismo modo te encuentras en idéntica situación de culpabilidad, si la hay.
Allá en un rincón de la playa, Edgar, tiene libros, un trocito de mar y selvas de pensamientos y recuerdos grabados en las paredes…Se diría que lo tiene todo… la tierra se encuentra en reposo…el viento, sin respiración ¡qué silencio!
¿Quizá no llegará la noche…?
Johan, vive en la Plaça Reial. La policía ha intentado varias veces sacarlo de allí y no lo ha conseguido, desde entonces le llamo “asfalto”, a él le hace gracia…últimamente ya no le veo por allí…una de dos, o se lo han llevado a la fuerza o…”asfalto” se ha derretido…preguntaré a sus colegas de calle.
Continuará…
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