Humos y misericordia… (25 septiembre 2011)
Nebulosas estatuas mitológicas que, se juzgan,
pintadas en el aire. Góndolas a contraluz, capiteles, juncos y caña,
fanales de aceite…música de la
Francia de finales de los cincuenta, en la Italia de los sesenta,
donde nos hallamos presentes, los cielos, cenicientas tonalidades, unidos con
los rojos pasión que abaten en el mar, acariciando, la plata de sus aguas…la
ciudad duerme, cada cual en su mundo, escribiendo el libro de sus vidas…miras
por la ventana y ves como caen las primeras gotas de lluvia, abajo, cruzando el
puente, divisas los paraguas de las gentes…como en un desfile, en la pasarela
de sus vivezas, corren a resguardarse. En la plaza una niña con impermeable y
gorro da de comer a las palomas. Los pescadores recogen redes y velas, y
acercan las barcas al astillero, fuman sus pipas humeantes de Ámsterdam y
hunden memorias en el mar. Rondan las ruinas portuarias, chavolas de amigos y
conocidos indigentes que han prendido con maderas y cartones, fuego, a las
tinas y cubos de chapa, para calentar los huesos y el alma y
cocinar los atunes que cada amanecida,
los marineros, les traen para alimento…se sientan, juntos, como cuando eran
niños en la escuela…donde aprendían a soñar…unos tuvieron más suerte, a otros
las adversidades les enfermaron, sin embargo no han perdido el valor del afecto
y de la solidaridad y hoy, mientras comen con hambre, el pescado, sacan una
bota de vino y todos cuentan fábulas, ríen y beben, olvidando, por unos
momentos la dureza de la existencia…los autos comienzan a rodar a esas horas y
de las chimeneas de las fábricas, el
humo, fluye, contaminando el ambiente…no nacen flores en las aceras, no, solo
asfalto y restos de ruedas chamuscadas. Los
adoquines resquebrajados, forman charcos que los muchachos camino del
instituto, pisan con regocijo, sin
conocer lo que un día pretenderán
olvidar...
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