Todo un
mundo interiorizado en el visor de la cámara fotográfica, de repente un oasis
de colores, sensaciones
tridimensionales, vívidas, frescas y claras me sorprenden en una óptica
sobrenatural…como si me volviera pequeño y entrara en la imagen, de manera pasional,
vivencial, cara a cara, encontrando una sustancia conmovedora, rica en matices,
brillos y sombras, grises, gamas y olores fantásticos…encerrado en mi libertad.
Encuentras material fotográfico en cualquier
rostro, en cualquier calle o paisaje de esta tierra hiriente y
convulsa…miradas, gestos y acciones sociales…todo continúa aquí, el tiempo es
simplemente eso: una cámara oscura donde atrapar y enquistar el momento
esencial, visto desde el alma y el sentir del objetivo… La fotografía nos
plagia un estremecimiento indagador de, invocación al repaso, de lo que
nombramos “vida”, la nuestra y la de nuestro alrededor, así vivimos el pasado
en imágenes quietas, pero reveladoras de un tiempo y su entorno…