domingo, 4 de marzo de 2018

Al paraíso llegaremos tarde. (Febrero 2018)


Día nublado, de los que me gustan a mi…de vez en vez chispea. Este momento me retrae a los 60 que no viví, a las manifestaciones contra la guerra de Vietnam, con sus pancartas de “Stop a la guerra ya”, “Haz el amor y no la guerra”, “Paz en Vietnam”. Aquí está la gente acampada, unos por la libertad de presos políticos, también está Iñaky y su perra mía y otros vagamundos, que duermen en sus tiendas, esperando que los eche la policía en cualquier momento. Un tipo vestido para la ocasión, con ropa negra y barretina roja, la boca tapada con cinta precinto, y las manos a la espalda. En el suelo, a sus pies, una guitarra española con la frase “Libertad para Catalunya”. Sobre la hierba los perros juegan, una neblina suave se nota en el ambiente fresco, revolucionario. Un outsider toca la guitarra acústica y suena muy bien, humedad que me proyecta al pasado de reivindicaciones y pasos descalzos, viajando a dedo o en trenes destartalados de vías muertas…Días de juventud y libertad, sensaciones emotivas de nuevos mundos y conquistas por hacer. Éramos niños sin conocer el precio que hay que pagar por tener sueños sin maldad…Otro está pintando “Espacio de debate: ¿Cómo es el país que queremos?” de algunas farolas cuelgan mensajes “Las calles serán siempre nuestras”…y voy disparando con mi cámara y en cualquier banco veo a Kerouac y a sus espirituales “vagabundos del Dharma”, recitando la primera ley del budismo “La vida es sufrimiento”.
Atmósfera Beat y notas de Jazz Folk country. Oreste me ofrece cerveza, pero le digo que no, que acabo de tomar leche con cereales…












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