viernes, 16 de marzo de 2018

Disparando a la casualidad…sin acierto. (Marzo 2018)


 En el principio todo fue violento, nunca existieron los paraísos para el errante, 

caminante o navegante que buscó tesoros, dorados, potosíes y solo encontró sífilis y blenorragias y muy a menudo borracheras donde se perdía o te robaban el dinero y las ilusiones…Aveces hasta la vida.


Un beso por el retrovisor, un disparo en la ventanilla y un disfraz del zorro justiciero. Flores y fusiles, en las estaciones las sombras bajan de los trenes en marcha, fuentes de agua de “solo para blancos” disturbios en los 60’s. Marilyn Monrroe y banderas del norte, las infancias descalzas en aquel momento,  sobre las aguas de charcos infectos donde se lavaban las prostitutas, marineros y delincuentes tatuados, con cicatrices de bala o navaja. Desembarco en las playas de Normandía. Hijos, padres, abuelos de las adicciones. Herencias que nos llegaron hasta el portal de casa. Largas colas en los comedores sociales, la otra tarde a la abuela le quitaron la cartilla de racionamiento… ¿Recuerdas las máquinas jukebox? Sí hombre las rockolas o gramolas jajaja ahora si, no? Cuántas monedas en el Jaime’s oyendo a los stones y a los ramones y a los sex pistols…y a tantas bandas que empezábamos a conocer a los 14 añitos allá por 1974. Los escorpiones acechaban bajo las piedras y tú encendías un cigarrillo, entonces sin filtro. Siempre había alguien apuntando con su revolver, mientras aquel tipo de la esquina leía “matar a un ruiseñor” y bebía a morro una cerveza congelada. Hacía mucho calor y derretía la piel de los que esperaban en la calle, con sus motocicletas y  chupas de cuero negro. Apoyados en la pared liaban cigarritos de hierba y miraban las olas de aquella playa cercana, llenos de cuerpos sudando sales y amoníacos, cuerpos cubiertos de pringosas cremas, protectoras solares…Aaah!!! Los olores a coco y vainilla se deslizaban junto a las nubes, sobre nuestras cabezas. Niños corriendo salpicando de agua y arena, luego construirían sus castillos. Con un helado de vainilla, cogerían las bicicletas y se largarían a sus casas, bombardeadas por los aviones italianos…por el camino las sombras del miedo pedaleaban y baches de alquitrán escondían minas y municiones que un día cualquiera,  estallarían,  y esos niños se convertirían en adultos grises y anodinos, con gabardina y secretos escondidos bajo el sombrero de fieltro…















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