La ley del silencio en la ladera más
apartada de la cantera.
Una piedra chiquita, así…diminuta,
casi integrada en la tierra dialogaba con una roca agreste…esculpida en la
sabiduría de los elementos.
- ¿Porqué murió el humano, madre?,
creía que era el preferido de la creación.
- Cierto, chinita, pensaba que era
el rey, con derecho a manipular contranatura todo a su paso.
- ¿Se equivocaba? ¿No lo era?
- Desde Luego que erraba, no puede ser
el principal protagonista aquel que destruye
y arrasa con todo lo realmente
necesario para la existencia del planeta.
- …pero tenía sentimientos…
- Sí, aunque muy pobres y
superficiales…veneraba los materiales banales, eso es lo más triste…era un ser
destructivo y pagó por ello…
- ¿Qué pasó, Madre?
- Un virus contaminó al hombre. Él
mismo lo había creado en un laboratorio y se contagió con su propia avaricia…experimentaba
con peligrosa radiación…
- ¿No tenían ya bastantes armas
nucleares?
- Nunca tuvieron demasiado de nada,
era una raza codiciosa…el poder científico abusó del control y las glándulas
reproductoras quedaron estériles, a partir ese mismo instante nadie volvió a
concebir y la ancianidad fue pereciendo convulsivamente hasta no dejar rastro
de su paso por el mundo.
- ¿No había Clones?
- Acabaron como nosotras…simples fósiles.
- Ese mundo que quería
conquistar…¿El virus no se llamaría ambición?
- Más bien liberación, las demás
especies por fin vislumbraron el paraíso.
La roca y la pequeña piedra continuaron charlando de
los cruentos sucesos hasta que se ocultó el Sol entre las montañas frondosas de
árboles y vegetación.
Un terremoto inclinó el suelo y un
desprendimiento acabó enterrando a los prehistóricos conversadores, en un fondo
escueto de irresolución y consternación.
Noviembre
de 2002
