Federico recorrió aquellos tiempos, los que ni tú ni yo recordamos. Él volaba bajo las húmedas tierras, sorteando raíces milenarias, mientras dábamos giros
a nuestras lagunas reales, entre sueño,
esperpento y fantasía…Federico, conoce lo que los años nos esconden…no vivimos
lo que no ha sucedido, solo son oasis en la mente, espejismos surrealistas en
el pensamiento. Lavados cerebrales.
Somos “máquinas incivilizadas”, en esta época, no tiene cabida el transitar sobre líricas… los
caminos paralelos del romanticismo desaparecieron por asfaltos de evolución…tráficos
superpoblados, accidentados y violentos.
Federico, se agarra con fuerza a la rama de olivo… Los únicos andurriales
que nos quedan, son las hermosas letras que argumentan edenes y elecciones
libres. Nos conceden escenarios en los que hay que pagar tu propia
existencia por adelantado…ramificaciones de quimeras, cortinas de humo para
crear la “sinvida”. Polvos en la bebida, drogas de diseño para errar sin billete…solo
de ida, por favor…quédese con la vuelta.
Federico, me contó antes de ser ejecutado, que “la muerte no cambiaría
demasiado su vida” tras lo cual recibió cinco proyectiles en el corazón y como
no expiraba, un “tiro de gracia”en la sien…Murió sonriendo y con un guiño
extraño en un ojo…en la solapa una flor roja, sin espinas…Creo que resucitó al
tercer día…
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