Hay ventanas que permanecen cerradas y días que nunca amanecerán.
Me descubro reclinado en el dintel de las sombras, en mi cobertizo de palo colonial. Entonando canciones de tempestades y rudos marineros, mientras Dios, transita por las arterias de la metrópoli, abrazado a la vida con una gran cogorza al advertir lo que ha creado.
Me ha gustado mirar por tus ojos.
ResponderEliminarSe agradece amiga Pilar V
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