miércoles, 7 de diciembre de 2016

Perfumes.



Sentado en su butaca favorita, Maximiliano, fumaba una pipa elaborada minuciosamente, como en un primitivo y ancestral ritual, con hebras de diferentes países…africanos, asiáticos y europeos. Posiblemente la preparación formaba parte de su mayor deleite, sí, casi más que el aroma y el sabor posteriores…el humo envolvía cada rincón de la casa, visitaba las habitaciones y las estancias, se filtraba entre los libros y tras los cuadros. Le hechizaba ese olor dulce, mezclado con los palos de sándalos e inciensos orientales, que encendía por doquier…esencias de jazmín, Té verde, canela, pachulí, emanaciones de limón, fresa y mora ¡Ah, las civilizaciones, las razas, las culturas…Qué grande este planeta! e inmediatamente después, evocaba sus viajes a la polinesia, mirando, una reproducción de “Arearea” de Gauguin, colgada frente a él, en el salón donde escribía sus anotaciones en un grueso cuaderno de bitácora, sobre un estimado buró familiar del siglo XIV. 
19 Noviembre 2011
 
 

















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