viernes, 7 de septiembre de 2018

Nacer es pasajero… todo recto, sin mirar atrás. (20 agosto 2018)


Ya conocemos que aquel beso fue robado y que los espejos no le devolvieron la imagen lírica de sus pensamientos y niños y adultos miraban al cielo, mientras sonaba la alarma. Los aviones bombardeaban y en el refugio estaban a oscuras, con el temblor de la incertidumbre. En la caja de cartón duerme un soñador que vio su botella vacía y hundida en el río “quitapesares” mientras que los ángeles van en bicicleta a los burdeles del paraíso celestial.
Le suministrarás las huellas de la mano y luego abrazarás sus huesos moribundos, péndulos de plata que culebrean enterrados bajo cualquier  período fragmentado… crecen los instintos de conservación. En un espejismo desértico, hallarás agua potable a 20 metros bajo tierra. Allá en los suburbios amurallados, solo descubrirás violentas degustaciones de posibles pasiones rebajadas con alcohol de quemar.

El interrogante emerge sobre las calles adoquinadas, sigue las señales entre los tatuajes de la piel del hechicero de la tribu. Rituales de perlas africanas y mutilaciones genitales…
 Nacer es pasajero y nos lleva por la última carretera a un pueblo de hostilidades. Nos conceden  escenarios, paso a paso, desde el sueño del idealismo más puro, hasta el laberinto literario.  Aspira el humo y no te quites la ropa, aquí la seducción paga un precio elevado. Ellos discuten decisiones para los “cachorros” de las guerras álgidas del arrepentimiento, y los chicos se agarran a las faldas de sus madres…que lloran sobre tierra yerma, donde nada crece, ni siquiera sus hijos, chiquillos soldados.

Presta atención sobre algunas fotografías de guerras civiles y reflejos de indigentes balbuceando canciones de los 60s. En los mercados de la mañana queda pescado y algún gato en las esquinas…relamiendo espinas.



















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