Ya no tienes edad para envejecer.
Ansiedad y parada cardíaca, andan por
las aceras del bulevard…Pero tú huyes por un callejón sin salida, al girar la
esquina, balas y navajas, Vómito y sangre…la suerte del predestinado.
Llevas tu píldora mágica y roja en el
bolsillo del chaleco, junto al reloj parado, de tu abuelo muerto en el paredón
de la guerra civil española, y tu
reflexión cotidiana perpetuamente en el pensamiento, escondido bajo el sombrero
clásico, de fieltro negro” stetson penn”.
Fluyen las enfermedades, las pastillas y
las prohibiciones, como si te adentraras en un submundo marginal, para tomar
conciencia de un cambio de hábitos y algunas lecciones de desahucio, soledad y
mutación física y mental… ¿Dónde marcharon tus recuerdos…?Centenas de ojos te observan desde el tragaluz. Es el albor anímico. La quietud del alma aposentándose sobre su espacio primigenio…la calma y la paz de los elementos y el miedo a tener miedo. Manifiesto de un griterío que se apacigua, despacio y poco a poco…ritmo sensorial, testamento encadenado a un término de estación…La última parada de este viaje migratorio…
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